Las habilidades blandas en un entorno competitivo en pandemia
En 2020, la crisis generada por la pandemia del coronavirus presentó nuevos retos que exigieron, al talento humano, competencias con una inclinación muy pronunciada hacia la conciencia social y a la gestión de relaciones, y un marcado protagonismo de la inteligencia emocional.
Según el Reporte Global de Competitividad 2019, preparado por Financial Advisory–Infrastructure & Capital Projects (I&CP) Centroamérica,1 que evaluó los pilares de capital humano: Salud y Capacidades, las posiciones, en el índice global de competitividad de El Salvador en 2019, fueron de 77 en Salud y 112 en Capacidades con un PIB de aproximadamente 25 billones de dólares, se tuvo una variación hacia la baja de 5 puntos en Capacidades, por debajo de Nicaragua y Honduras respecto del 2018.
Las capacidades organizacionales se refieren al potencial que tienen las empresas para conducirse, adaptarse y cambiar siempre que sea necesario para crecer y ser más competitivas. La capacidad organizacional coadyuva a laborar e implementar las prácticas que una empresa requiere para optimizar sus procesos y darle prioridad a aquellas acciones que la mantengan un paso adelante de sus competidores. Esta capacidad encauza el talento humano a encontrar las mejores soluciones para mantener activa y posicionada en el mercado ala empresa en que laboran.
1. Deloitte (octubre, 2019). Reporte Global de Competitividad 2019. 2. Daniel Goleman, Liderazgo. 3. Eduardo P. Braun, Las personas primero.
Esa capacidad está directamente relacionada con el coeficiente intelectual colectivo, concepto desarrollado por
Robert Sternberg y Wendy Williams de la Universidad de Yale,2 que representa la suma total de las mejores aptitudes de todos los miembros del equipo en su máxima capacidad. Sin embargo, lo que determina la productividad real del colectivo no es su potencial teórico (es decir, su coeficiente intelectual colectivo) sino la “forma de coordinar sus esfuerzos”. En otras palabras, la armonía interpersonal.
Por este motivo, la inteligencia emocional (es decir, las habilidades que ayudan a la gente a funcionar en armonía) se valoran cada vez más en el entorno laboral contemporáneo.
En este contexto, se inició en marzo 2020, en nuestro país, el reto de la crisis generada por la pandemia en nuestras organizaciones sin estar preparados para romper esquemas y ser flexibles a las nuevas formas de trabajo y gestión de equipos. Se lideraron nuevas formas que exigían al papel de liderazgo, retos diferentes que requerían de competencias con una inclinación muy pronunciada hacia la conciencia social y a la gestión de relaciones.
De todas las dimensiones de la inteligencia emocional, la empatía es especialmente importante hoy en día como componente del liderazgo, como mínimo, por tres razones: el incremento en el ausentismo por la COVID-19, ya sea por enfermedad del propio empleado o de un miembro de su familia; el componente trabajo remoto, en el cual cada colaborador debió combinar su hábitat personal familiar con el profesional y hacer que ambos encajaran sin perturbar los espacios compartidos con los miembros de su familia ni afectaran en su productividad, considerando los diferentes tipos de familias y algunas carencias que este hábitat personal tenía por no estar considerado para este tipo de actividades laborales, y, finalmente, los nuevos retos de la transformación digital, que ha llevado a los colaboradores a extender sus jornadas laborales para poder llevar adelante su día a día, y exceso de trabajo que la generación de esta capacidad dentro de nuestras organizaciones conlleva ¿Requiere este contexto empatía por parte de los líderes organizacionales?
Otro componente de la inteligencia emocional, muy relevante en la actualidad, es la capacidad social que tiene que ver con la facultad de gestionar las relaciones con los demás; incluye el trabajo en equipo y colaboración. Se trata de crear una atmósfera de armonía, respeto, atención y cooperación. El reto de gestión remota ha sido uno de los más duros de sobrellevar para los equipos. ¿Cómo inspirar ese compromiso?
Hay que mantener el esfuerzo colectivo y construir identidad a distancia, encontrar herramientas de trabajo colaborativo que nos permitan interconectarnos de manera virtual y continuar siendo productivos generando valor al negocio y a los clientes, permitiendo de esta manera ser competitivos en la industria, o mejor aún, generar esa ventaja competitiva inigualable que es forjada a través del recurso más importante en la empresa: el capital humano; porque el valor se crea con el esfuerzo del equipo. Tenemos que valorar, entonces, esa capacidad que poseen algunos líderes de inspirar y comprometer.
En una entrevista entre el papa Francisco y Eduardo Braun, le habló sobre su visión de una Iglesia renacida, de encontrarse con la gente, conectarse e interesarse por las personas.3 “En cada oportunidad que tengo, salgo y
me encuentro con la gente” —dijo. Esto solo se puede realizar si se cultivan esas habilidades que se vuelven tan relevantes en las relaciones interpersonales.
Fuentes y referencias Deloitte (octubre, 2019). Reporte Global de Competitividad 2019. Daniel Goleman (abril, 2014). Liderazgo, 1.ª Edición. Eduardo P. Braun. (septiembre, 2016). Las personas primero, 1.ª Edición.
Ángela Morales
Docente Utec
Revista Enlaces – Publicado en revista enlaces edición °59 junio 2021