Estadísticas del sector agrícola

Las importaciones y exportaciones en El Salvador son una actividad constante; sin embargo, las importaciones han llegado a suplir un gran número de alimentos de la canasta básica, volviéndonos consumidores más vulnerables ante cualquier factor que afecte la producción.
Entre de los alimentos nutricionales indispensables para la población incluidos en la Canasta Básica Alimentaria urbana, se incluyen distintos grupos: cereales/ carbohidratos (pan francés, tortillas, arroz, frijoles y azúcar), proteínicos (carnes, huevos y leche fluida), grasas (aceite, margarinas y manteca vegetal), verduras y frutas. La dependencia de El Salvador de la importación de alimentos es tal que, para 2015, la provisión de estos dependía hasta en un 93,2 %, en el caso de las verduras; seguida de los cereales, con un 62,3 %; y las frutas, con un 55,6 %. Los únicos alimentos de los que el país no dependía, ya que tiene superávit —por decirlo así—, es en la leche y los huevos, de los cuales solo se importó, para el año de referencia, 2,3 % (Superintendencia de Competencia, 2016).
Al analizar la información contenida en el informe de monitoreo de la Superintendencia de Competencia, se muestra que el incremento del grado de dependencia de las importaciones fue particularmente elevado entre los años 2000 y 2005, y cuyas razones pueden estar basadas en la adopción del esquema de bimonetarismo en 2001, que eliminó costos de transacción cambiaria y procesos de depreciación que suelen encarecer las importaciones.
En el caso de las verduras, los cambios más drásticos en la estructura de la oferta han ocurrido en la papa, la cebolla y el tomate. Fue alarmante, al revisar esta información, percatarse de que de 1995 a 2015 la tasa de provisión de la oferta local, en cuanto a la papa, pasó de 58 al 8 % en 20 años. Los países de los que el país depende, en términos de importaciones de verduras, son por excelencia Guatemala, seguida de Honduras y México.
Lo anterior es preocupante, pues ubica en una situación altamente riesgosa al país; nos vuelve consumidores más vulnerables ante cualquier factor que afecte la producción (sequías, inundaciones, productividad, huelgas, etc.), o por sus precios relativos (incremento de nuevos nichos de demanda, acuerdos comerciales, y de impuestos), así como por procedimientos aduanales, logísticos, etc.; tal como se vivió en las últimas semanas debido a la implementación del sistema de la Declaración Única Centroamericana, lo que incidió directamente en el precio de algunos productos en los mercados municipales.
El escenario pareciera no distar mucho, hasta 2018, de lo que sucedía en 2015. Si se observan las importaciones y las exportaciones agropecuarias detalladas en la tabla 1, se puede concluir claramente que la tendencia apunta a un franco déficit de la producción agropecuaria en El Salvador.
Producto |
Importaciones |
Exportaciones |
Déficit o Superávit |
Granos básicos |
$ 13.6493.266 |
$ 2.154.711 |
$ (134.338.555.00) |
Hortalizas |
$ 35.465.995 |
$ 3.756.054 |
$ (31.709.941.00) |
Frutas |
$ 66.966.605 |
$ 1.957.687 |
$ (65.008.918.00) |
Carne de bovino |
$ 109.608.159 |
$ 39.637 |
$ (109.568.522.00) |
Carne de porcino |
$ 24.800.219 |
$ 1.427.758 |
$ (23.372.461.00) |
Lácteos y derivados |
$ 223673,312 |
$ 18.499.122 |
$ (205.174.190.00) |
Productos y subproductos cárnicos avícolas |
$ 46.192.877 |
$ 4.900.279 |
$ (41.292.598.00) |
Avícola (huevos y pollitos) |
$ 9.410.039 |
$ 5.691.198 |
$ (3.718.841.00) |
Productos pesqueros (pescado y otros derivados) |
$ 48.110.285 |
$ 109.654.993 |
$ 61.544.708.00 |
Harinas y subproductos de molinería |
$ 19.851.261 |
$ 49640,513 |
$ 29.789.252.00 |
Productos agroindustriales (achiote, ajonjolí, cacao, canela, pepitoria y otras semillas) |
$ 12.907.273 |
$ 4.485.748 |
$ (8.421.525.00) |
El punto clave en la discusión es cómo hacer que El Salvador pueda tener la capacidad para asegurar la alimentación de su población, pasando de ser un país deficitario en la producción de estos a ser uno que al menos cumpla las necesidades básicas de su población, es decir, que aunque no exporte excedentes sea capaz de proveer de seguridad alimentaria a la población.
La agricultura y sus actividades derivadas, como la agroindustria y el agroturismo, son dos fuentes potenciables para generar trabajo y desarrollo local. Es importante recalcar que la agricultura es una actividad intensiva en mano de obra, por lo que tiene alta capacidad para emplear a un número significativo de personas. Pero, si bien en el corto plazo la agricultura no requiere de mano de obra altamente capacitada, es necesario invertir en la tecnificación del recurso humano no solo para promover la utilización de técnicas más amigables con el medio ambiente e incrementar los rendimientos por manzana en el mediano plazo, sino también para hacer de esta una actividad digna y sostenible que contribuya con beneficios de triple hélice, es decir, sociales, ambientales y económicos.
Decana Facultad de Ciencias Empresariales Utec
Revista Enlaces – Publicado en revista enlaces edición °51 junio 2019